martes, 26 de julio de 2011


Frente al número 30 de Camden Square, al norte de Londres, una pila de flores, botellas de ron, cigarrillos y zapatos de tacón crece conforme pasan las horas. Son las insólitas ofrendas que los seguidores de Amy Winehouse están depositando a las puertas la casa de la diva del soul, donde murió el sábado con sólo 27 años.
 
Las causas de su fallecimiento aún se desconocen. La autopsia se realizaró el lunes y, a lo largo de la semana, se hará público el resultado, según ha informado la Policía Metropolitana de Londres. "Hasta entonces es irresponsable afirmar que la causa de su muerte está relacionada con las drogas o cualquier otro motivo", dijo Scotland Yard. Y es que tanto los diarios sensacionalistas como los extraños regalos que algunos fans han querido dar como ofrenda se empeñan en apuntar antes de tiempo a un triste y previsible final por sobredosis. En los últimos meses había pasado por rehabilitación tras verse forzada a suspender su gira europea después de salir aparentemente borracha al escenario en un concierto en Belgrado. La revista People asegura que en la noche del viernes fue vista comprando droga.
Si es verdad o es mentira, eso lo determinará la autopsia. En cualquier caso la ganadora de cinco premios Grammy por Back to Black, su segundo y último disco, convirtió su indudable talento musical y su adicción a las drogas en un coctel inseparable que hoy sigue tras su rastro hasta más allá del final.
La familia rompió su silencio 24 horas más tarde. "Su pérdida nos ha dejado huérfanos y deja un enorme vacío en nuestras vidas. Era una hija, hermana y sobrina maravillosa". En el comunicado han pedido a sus seguidores y a los medios de comunicación de medio mundo que siguen la noticia desde Londres que les permitan "un poco de privacidad y espacio en este momento terrible".
El padre de la artista, el taxista Mitch Winehouse, tuvo que volver el domingo de forma apresurada desde Nueva York tras enterarse del triste final de su hija pequeña. Los padres de Winehouse habían admitido en varias ocasiones que su hija tenía un problema con los estupefacientes y el alcohol "que ella negaba".

La policía también se ha apresurado a desmentir que haya algún detenido, ante el comentario de un vecino de que escuchó gritos en la casa en la madrugada del sábado, del que se han hecho eco los tabloides británicos.
"Sea por lo que sea que murió Amy vivió como quiso y no quería cambiar", dijo ayer en Camden Square Billie O'Collow de, 61 años, un vecino del barrio que aseguró ser amigo de la artista. O'Collow depositó frente a su puerta un par de zapatos de tacón que, dijo, pertenecían a la artista. Pocos minutos más tarde habían desaparecido. Quizá un oportunista decidió hacerse con la reliquia que en unos años podría alcanzar mucho valor en una subasta. Unos tacones de aguja rosas que algún día sostuvieron a la atormentada dueña de una voz entre un millón.

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