Además de ser la estrella oculta de la moda  internacional, Alexander McQueen fue un gran poeta, autor de las frases  más rotundas y tenebrosas que haya escrito jamás un diseñador. «El miedo  siempre ha sido mi mejor amigo», «voy a llevaros a viajes con los que  jamás hubiérais podido soñar», «mis desfiles son el vehículo de mis  fantasmas»...  Las sentencias del modisto británico nunca presagiaron  nada bueno. La fatalidad segó su vida el 11 de febrero del pasado año.  La moda perdió al creador más impactante de las últimas décadas. A un  genio que cortaba muchos vestidos a ojo y al que jamás se le vio  utilizar un patrón. A un creador «atrevido, excitante y original», según  John Galliano. A un visionario, a juicio de Daphne Guinness, la mayor  compradora de alta costura, que proyectaba el futuro «utilizando el  cuerpo humano como lienzo». 
No se puede decir que la esperase, pero a Karl Lagerfeld,  director artístico de Chanel, tampoco le sorprendió la defunción de  este artista que cosió en el forro de una chaqueta del príncipe Carlos  de Inglaterra la expresión 'I'm a cunt' ('soy una mierda) cuando  trabajaba como aprendiz de sastre en la elitista calle de Savile Row.  «Quizás a fuerza de coquetear con la muerte, ésta acaba atrayéndote.  Triste demostración de que la moda y el talento no siempre bastan para  ser feliz», aseveró el 'kaiser'. Su funeral se convirtió en uno de los  acontecimientos sociales más relevantes de la pasada temporada. Naomi  Campbell, Sarah Jessica Parker y Kate Moss convirtieron las escalinatas  de la catedral londinense de St. Paul en un impresionante  desfile-homenaje con sus taconazos de formas imposibles (los famosos  'bondage') y sus creaciones extraterrestres. Al sepelio solo faltó Lady  Gaga, una de sus fervientes admiradoras de nuevo cuño. 
Posiblemente, el Comandante del Imperio Británico,  reconocimiento con el que la reina Isabel II distinguió a este modisto,  se habría retorcido de gusto viéndolas a todas desde su tumba. «Vestir a  la gente con la que tengo afinidad es la única manera de hacer algo  bueno». Esta era la filosofía del 'hooligan de la moda', otro de los  sambenitos con los que cargó en su corta vida. Siempre seguida de cerca  por su madre, que no se perdió un desfile suyo desde el 'front-row'.  Pero, ¿qué deja Alexander, el poeta del pesimismo y siempre orgulloso de  sus humildes orígenes? Para Suzy Menkes, una de las grandes editoras de  moda, su personaje se definía por una «personalidad irreverente y  advenediza». La periodista del 'Internacional Herald Tribune' definió  los desfiles de McQueen como una «montaña rusa de imaginación y  talento». Creó, en su opinión, un «léxico fashion» con abundantes  estampados escoceses, en un claro guiño a los ancestros familiares.  Dedicó la colección 'Highland Rape' a la «violación» de Escocia por  parte de los británicos. Según Menkes, mantenía una relación de  «amor-odio» con la belleza. 
 
 
 
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