Anna Wintour está considerada como la persona más influyente en el mundo de la moda. Por delante de dueños de emporios de lujo o ropa barata, diseñadores o modelos.
Ella desde su posición de “jefa” ha tenido que ver cómo su nombre empezaba a ser conocido fuera de los círculos del mundillo de la moda por culpa, o gracias a la película “El diablo viste de Prada“.
Toda la publicidad que generó sobre su figura la película (no diré mala porque casi nunca la publicidad lo es) hizo que ella accediese a que se rodase un documental sobre cómo se realiza el número más importante del año de Vogue, el de septiembre, y que le da título a esta película: “The September Issue”.
En mi opinión uno de los aspectos más curiosos es ver su trato con los diseñadores y cómo por el simple hecho de que ella muestre interés en uno de ellos, y lo haga salir en su revista o lo recomiende a firmas supone un espaldarazo a su carrera, como se ve con Thakoon y su colaboración para GAP como parte de un proyecto conjunto con el CFDA/Vogue Fashion Fund.
Los premios que otorga el CFDA (Council of Fashion Designers of America) y que año tras año se empeñan en rebautizar como los “Oscar de la moda” son una forma bastante acertada de conocer cuales son estos protegidos de la directora de Vogue USA.
Una de las debilidades de Anna estos últimos años han sido los diseñadores de origen asiático. Prabal Gurung, Jason Wu, Richard Chai, Doo.Ri, Phillip Lim, Anna Sui y sobre todo Alexander Wang (todos ellos con su correspondiente premio de la CFDA) han pasado de ser casi unos completos desconocidos a ser una presencia habitual en sus editoriales.
Dentro de los premiados habituales están también Proenza Schouler y las Rodarte, dos hermanas con mucho talento pero que no cumplían con la imagen que Anna consideraba que debían tener y que puso a dieta en 2008. Vogue puso a su disposición durante cuatro meses un entrenador personal y un dietista (al igual que había hecho con Oprah) a cambio de mostrar en su revista su “nuevo cuerpo”, aunque realmente sólo una de ellas no ha recuperado los kilos perdidos.
Otro de sus protegidos más famosos es Manolo Blahnik que saltó a la fama internacional gracias a la serie Sexo en Nueva York, pero que pasó de ser un casi desconocido a lo que es hoy por hoy gracias a que Anna empezó a calzarse con sus zapatos y a mostrarlos en su revista, coincidiendo su descenso de popularidad con los años en los que Wintour decidió que se había pasado de moda. Etapa que para suerte del canario parece que ha terminado ya que desde hace poco más de un año sus zapatos vuelven a estar en Vogue. Dicen las malas lenguas que para saber cuando Anna Wintour está contenta con Blahnik no hay más que observar si de vez en cuando se pone las sandalias de tiras cruzadas que lleva en la primera foto del post (en la que aparece con Calvin Klein), un modelo de 1994 y que a pesar de llamarse “Callas” ya han sido rebautizadas como “AW”.
Ella fue la que “recomendó” a John Galliano para Givenchy y a Alexander McQueen para sustituir a Galliano cuando lo pusieron al frente de Dior. O a Marc Jacobs para Louis Vuitton.
Y es que está claro que es mucho mejor para cualquiera que quiera hacer carrera en la moda ser uno de sus protegidos.
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